Introducción a la discusión

Yo creo que nos tendrían que enseñar a discutir desde que vamos al colegio. Es más, debería ser una materia. Introducción a la Discusión se podría llamar. Porque todo bien con materias como Biología o Ciencias Sociales, pero no saber dónde se encuentra el fémur en un cuerpo o no recordar alguna Ley de nuestra Constitución, no es tan preocupante para el futuro de un educando como no aprender a discutir. Cuántos disgustos nos ahorraríamos si nos enseñaran esta materia desde la adolescencia.
Así como los números son lo primero que se enseña en Matemática, quizás lo primero que se enseñaría en Introducción a la Discusión es que gritar no es discutir. No es que no se pueda discutir a los gritos, de hecho es lo que más sucede, pero se le explicaría al alumno que gritando solo se obtiene una discusión negativa, que resta y divide. Lo más interesante en una discusión es cuando suma y multiplica conocimientos en las personas. Nunca se logra ese objetivo a los gritos. Siempre se consigue en ambientes donde se exponen conceptos y argumentos. Y lo más propicio para crear un ambiente así es discutir con decibeles de volúmenes normales. Entonces, el alumno que no aprenda que gritar no es discutir se llevaría la materia a marzo. Y no me discuta, Rodríguez. Nos vemos en marzo le dije.
Otro punto importante para el aprendizaje del buen discutir es la correcta utilización del Noseísmo. El Noseísmo es un movimiento muy simple. Se trata de decir: No sé, cuando no se sabe algo. El alumno podrá pensar que es un concepto muy sencillo de asimilar, y es verdad, pero por alguna extraña razón no resulta tan fácil de ponerlo en práctica. Porque así como existen muchas rivalidades, Unitarios vs Federales, Radicales vs Peronistas, Suegra vs Nuera, también el Noseísmo tiene su clásico rival, su contracara. Un movimiento muy popular llamado: Discutamos sin saber.
El soberano tiene que entender, entonces, que en esta materia no saber no implica una cosa tan negativa si es capaz de reconocer, en el fragor de una discusión, que no sabe y que por eso prefiere no opinar.
Será muy bien recompensado el alumno que discuta con pasión y sepa refutar los argumentos ajenos. Está muy bien que el alumno sepa defender posturas y visiones del mundo, pero atención: se discute sobre lo que se está discutiendo. Sí, no me mire así Rodríguez porque no dije una estupidez. Digo que si se está discutiendo sobre manzanas, no se puede utilizar argumentos sobre peras.
Y preste mucha atención a esto último que le voy a decir, Rodríguez: si discute solo para tener razón, será reprobado. Porque la pretensión de tener siempre la razón suele nublar el juicio y genera discusiones infértiles. Y si no me cree, Rodríguez —porque veo que me mira con desconfianza—, prenda la televisión y busque cualquier programa político. Ahí verá cómo a nadie le importa un corno lo que dice el otro. Solo quieren ganar la discusión, como si discutir fuera un deporte. Y fíjese otra cosa curiosa Rodríguez, por lo general las personas que solo quieren tener razón son las mismas que utilizan los gritos para discutir. Igual que usted. ¡Así que no sea terco y no me grite, Rodríguez!
¡Aprenda a discutir de una buena vez!